viernes, 11 de enero de 2013

La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida.....

Tu te levantas un dia cualquiera tan tranquilo o tan intranquilo como habitualmente.Das un beso de buenos días a tu pareja o hijos, o incluso a ambos (deberíamos hacer costumbre esto),  te aseas, desayunas, lees la prensa u ojeas tu buzon de entrada en el ordenador o el movil. Hasta ahí, todo normal.
Después vas a trabajar ( si tienes el santo honor de disponer de un empleo), al mediodía almuerzas, charlas con gente banal o hasta interesante al punto, vuelves a trabajar, haces los recados o practicas algo de deporte si tienes la suficiente fuerza de voluntad, regresas a tu tan ansiado hogar, descansas un poco si tienes la grandísima suerte de tener algo de tiempo para este necesario ejercicio, cenas, lees o escuchas la radio o te autoinflinges unas dosis de televisión, te lavas los dientes, te duchas, haces tus necesidades más perentorias y te acuestas esperando un nuevo día. Algunos hacen balance del día antes de dormirse e incluso he oido hablar de gentes que hacen estiramientos pre-tálamo. También los hay que hacen el amor, los que roncan (con o sin apnea), y los que padecen de insomnio. En fin, gentes varias.
Pero existe otro mundo paralelo a este al que no le prestamos demasiada atención, o no la necesaria, diría yo. Me refiero a todas esas cosas, personas, situaciones, anécdotas, etc..., que nos hacen ser como realmente somos. Me refiero a ese número de teléfono que no marcas porque no es el momento, porque ya lo harás mañana, a esa planta que puede aguantar sin agua un día más, a ese señor o señora que te ha saludado y no has reconocido, a esa luz tenue que has creído adivinar en el cielo cuando bajabas del autobús. Muchas de esas cosas solo tienen un efímero instante de gozo, algunas varios minutos y las menos numerosas, horas de ensueño y satisfacción.
No dejemos que se pierdan en la insignificancia, en el anonimato de nuestro cerebro, en un cajón demasiado pequeño para albergarlas.
Repasa tu cabeza, tu lista de teléfonos, tu vida... y recupera lo que puedas, mantenlo fresco y revitalízalo, porque existen cosas que no volverán y no podrás actualizar.
No te quedes con la sensación de que a determinada persona te hubiera gustado decirle algo antes de perderla, de que tenías demasiada prisa en llegar a casa como para pararte a disfrutar de un bello arco iris o de degustar un café que te apeteció en ese momento, no dejes que la vida te lleve como si fueras una hoja caida del árbol y empujada por el viento, toma las riendas y marca los tiempos.
Dos enfermedades graves de dos personas muy cercanas a mi me han hecho reflexionar sobre lo importante, lo banal, lo indiferente y hasta lo imprescindible. Todavía estoy en la fase de separarlas, pero, por lo menos, ya no estoy en la fase de desconocerlas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario