Día de lluvia.
Día desapacible. Viento, agua, inclemencias meteorológicas.
Pero hay más.
Hay gente, hay luz, hay sonrisas y, por supuesto, lágrimas.
Hay acciones, inacciones, aventuras, desventuras, alegrías, tristezas, y más, mucho más.
Solo hay que observar.
Aunque la lluvia y el viento empañen el cristal a través del que miramos el mundo,
aunque apenas nos permitan vislumbrar un poco de luz a través de ese vidrio mojado y casi opaco,
aunque no tengamos ganas de intentarlo,
aunque estemos perezosos,
saquemos un trapo del cajón, sacudámoslo,
repasemos la ventana de la cocina y observemos,
no miremos,
observemos,
y nos daremos cuenta que detrás, hay más,
mucho más.
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