sábado, 6 de octubre de 2018

La vida y el ajedrez

A veces,
hay veces
que la partida no avanza.

Mueves una ficha
pero no la posas en el tablero;
la dejas donde estaba.

Esperas...,
y no pasa nada.

Amago amargo,
amago.

Golpe en la mesa
y rompo el tablero?
Quizás,
pero no.

Esperas...,
y no pasa nada.

Y un día,
un día cualquiera,
mueves la torre hacia el enemigo.

No sin miedo, no.
Pero con decisión.
Entre su alfil y caballo,
en el medio del campo de batalla.

Una locura?.
Probablemente.

Me desnudo,
que me sobran las ropas
y se está más fresquito.

Su caballo avanza dando tumbos:
dos pasos titubeantes
y casi se cae a la izquierda en el tercero.

Mi vergonzoso alfil
cruza todo el terreno,
como de lado.

Su rey,
como siempre hacen los reyes,
se esconde temeroso tras los peones.

El tablero está vivo.
Por fin, late.

Sin instigarlos,
mis peones avanzan.

Y, sin darme cuenta,
la partida se mueve.
Más que en los dos últimos años.

La vida y el ajedrez,
de cero a diez.

Habrá que mover ficha...